Tengo problemas para relacionarme con los niños. Por una parte me agradan, por otra me aterran. No creo que sea como una relación amor/odio, o sadomasoquista, pero de todas formas es un asunto complicado.
Analicemos, primero, los pros:
1.- Son divertidísimos, sus juegos son muy interesantes. Como los dioses en miniatura que son, crean mundos y realidades alternas. Pasan todo su tiempo en ese espacio ficticio, que no necesariamente es feliz, puede ser terrible. De todas formas, es de lo más entretenido observarlos, tratando de adivinar lo que imaginan.
2.- Suelen tener comida y compartirla con el lindo gatito que se les acerca (o sea yo). Cuando son muy pequeños, a menudo tienen la boca embarrada con restos de comida. Entonces, cuando se duermen, uno puede aprovechar esos restos, y de paso limpiarlos. No, no es asqueroso. Al contrario, la piel de esos niños es taaan suave, que merece ser lamida. Sobre todo si acaban de comer galletitas con leche. Yummy.
3.- No les molesta si uno se sube a los muebles, incluso permiten que uno duerma en su cama.
4.- A menudo sus papás les leen cuentos, y uno puede sentarse discretamente a escuchar literatura fantástica.
5.- No ven cosas aburridas en la T.V
Ahora, van los contras:
1.- Lo peor que le puede pasar a un gato, además de que lo alcance un perro, es caer en manos de un niño. No saben cargar, son bruscos, apretan, gritan, babean, desacomodan el pelaje, jalonean, y encima de todo quieren que uno ronrronee de gusto.
2.- Pueden ser muy insistentes, a veces molestan tanto que no se puede dormir a gusto en ninguna parte de la casa.
3.- Tienen cierta inclinación a ponerle cosas ridículas a sus mascotas. Pueden amarrarte un gorrito en la cabeza, o intentar ponerte botas, playeras, moños, etcétera. ¡Es tan pero tan vergonzoso!
4.- Nunca hacen caso cuando uno los llama
5.- Les gustan los perros
Así las cosas, no sé si mudarme con la familia de un caricaturista cuyo domicilio acabo de descubrir. Tiene un hijo pequeño, de 6 años.