lunes, 26 de octubre de 2009

Extraña sensación

Ayer soñé que era hombre y acariciaba un gato. Podía sentir con gran claridad su pelaje suave, su piel elástica, y los músculos debajo de ella; firmes pero suaves. Mi mano se deslizaba por las curvas de su lomo, acariciaba los ángulos de su cuerpo. Jugué con él, lo dejé morderme y rasguñarme, pero sólo un poco.
Me vi reflejado en los ojos verdes de ese pequeño prodigio, y aún no sé bien qué decir al respecto. No encuentro adjetivos suficientes para expresarlo, tal vez porque no creo que exista alguno capaz de describirlo.
No se trata solamente del terrible encanto de un gato; es el terrible encanto de un gato descrito por uno que ha soñado con tener una mano humana con la cual acariciarse a sí mismo. La experiencia es... indescriptible.

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