1.- Agarre suave y cariñosamente al gatito cuando esté relajado o busque compañía. Conviene aclarar que si lo rehuye, o no logra calmarlo, es mejor dejarlo libre. De lo contrario puede ganarse un buen rasguño.
2.- Colóquelo boca abajo sobre sus piernas, o en una superficie que no esté fría. La idea es que el gato esté cómodo.
3.- Acaricie suavemente su cabeza, y si observa que no opone resistencia, empiece a rozar delicadamente su nariz y mejillas. Hay que tener cuidado de no hacerlo con fuerza ni premura, o el gato se sentirá agredido. Si trata de irse, procure calmarlo, aunque si sus esfuezos son infructuosos mejor dejélo libre. Puede enojarse, e intentar morder o rasguñar.
4.- Continúe con el paso 3 hasta asegurarse de que el gato lo esté disfrutando. Esto se sabe por dos razones: Empieza a ronrronear muy bajito, y/o entrecierra los ojos con gesto de satisfacción.
5.- Una vez conseguido el paso 4, comience a deslizar la mano por la espalda del animal. Procure sentir la elasticidad de la columna vertebral, sin ejercer demasiada presión. Si escucha un "miau" de protesta, disminuya el ritmo y la fuerza de las caricias. Si ésto sucede comience de nuevo, más lentamente. La idea es encontrar, mediante la variación de velocidad y fuerza, el tipo de caricia que más agrade al gato en cuestión. Probablemente será una combinación de dos o más tipos, aunque nunca llegan a ser más de cuatro. Se sabe cuando ha encontrado la caricia adecuada porque el ronrroneo del gatito se incrementa hasta un punto a partir del cual es sostenido.
6.- Una vez que consiguió que el gatito ronrronee de forma continua, disminuya lentamente el ritmo de la caricia en su espalda. Esto es para que no se aburra el minino, ni empiece a sentirse molesto.
7.- Muy cuidadosamente de la vuelta al gato, de modo que quede con la barriga hacia arriba. Nuevamente empiece a acariciarlo con suavidad. En esta etapa hay que extremar precauciones, pues la pancita de los felinos es especialmente sensible, de modo que cualquier brusquedad puede ser motivo de protesta.
8.- Utilice la otra mano para entretener al gato. Usualmente cuando se los pone boca arriba se muestran juguetones, buscan rasguñar y morder cariñosamente. Hay que ser cuidadosos porque este de juego se puede tornar repentinamente en una forma agresiva de protesta.
9.- Disminuya poco a poco el ritmo. La etapa de caricias en la panza debe durar menos que la correspondiente a la espalda, debido a que la sensibilidad de los gatitos conlleva a su fácil irritación.
10.- Finalmente vuelva a colocar al gato boca abajo, acaricie brevemente la espalda, y retírese sin mayor miramiento. La idea es no atosigar al gato, sino dejarlo con una grata impresión para que la próxima vez se muestre dispuesto, o incluso sea él quien lo busque a usted para una sesión de caricias.
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