lunes, 28 de diciembre de 2009

Los fines de año no me gustan

Nunca he entendido porqué, pero la gente suele en estas fechas iluminar todo. Ponen unos árboles que luego se incendian por la cantidad de luces artificiales de origen chino que les cuelgan; mismas que penden también de ventanas, techos, y hasta del alumbrado público.
Los primeros días puede que me agrade; debilidad natural e innata de origen gatuno por las cosas brillantes. Pero ya me quemé y electrocuté una vez por andar jugando con esas luces, que me dejan de gustar pronto por una sencilla razón:
Le restan oscuridad a la noche, que de por sí ya se ve disminuida por la cantidad de faros encendidos en las ciudades. Tristemente ya no se pueden ver claramente las estrellas, y la soledad, ese espacio tan preciado, disminuye.
Una gran tragedia para los gatos como yo, que pocas cosas disfrutan (o detestan) más que estar consigo mismos.

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