sábado, 7 de noviembre de 2009

Otra pequeña confesión...

[Iba a iniciar esta entrada con un "Me ahorraré las disculpas por ella", pero recordé que los gatos jamás piden disculpas]
Un gato a menudo es casi todo apariencia, y no importa. Un gato es todo lo que es; con eso le basta.
El problema de este gato en particular es que se está humanizando demasiado. Debido a ello la apariencia gatuna que ofrezco es aún más complicada que la de los demás gatos. Explico:
He debido inventar otro gato detrás del cual pueda esconder mis debilidades humanas, porque un gato [uno que lo sea cabalmente] todo lo puede, y nada salvo él le interesa.
A este gato a veces le dan ganas de ser sincero, pero le da miedo serlo. En parte porque no sabe cómo expresarse, hacer que lo entiendan; en parte, también, porque se ha vuelto un cobarde.
Pero al otro no. A ese que también soy yo porque me escondo en él, al que ven caminando con suficiencia en las calles y brincar de una azotea a otra, no le importa lo que de acerca de él piensen/sientan/esperen lo otros. Porque para él los otros no existen, no necesita de nadie que no sea él mismo.

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