viernes, 20 de noviembre de 2009

Esperar, no.

No necesito esperar a que respondas esa pregunta que nunca he hecho; me basta con mirarte, con oírte, con subirme a tu regazo para confirmar lo que ya sé:
Que aunque hemos cambiado, somos los de siempre; ésos que nunca fuimos, ésos que nunca quisimos ser.
Yo partiré a cazar otros sueños que me alimenten, otras manos que me acaricien; en cambio tú esperarás a que tus errores crezcan, maduren y te devoren.

[Por eso los gatos no esperan, simplemente arrebatan o se largan.]

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