jueves, 26 de noviembre de 2009

Deliciosa muerte

¡Qué festín me he dado! Hoy comí delicioso, comí demasiado. Quedé tirado en la calle, como si hubiera muerto. De milagro los perros no se encargaron de mí, tuve suerte de que tampoco nadie haya querido envenenarme, porque no tuve ningún reparo en atragantarme.
[Benditos sean los depósitos clandestinos de marcianos en lata]
Ahora que he revivido me siento bien, lúcido. El único problema de ese efecto es que es pasajero...

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