domingo, 7 de junio de 2009

Se me antoja una historia

Las historias son bichos muy extraños, animales pequeñitos que, si se cultivan con esmero, salen de la tierra desplegando sus alas multicolor. Aunque pueden parecerse mucho, no existe una igual a otra. Tienen unos ojos muy hermosos, pero verlos fijamente produce una hipnosis que puede llevar a la locura.
Hay que tener cuidado de que no crezcan demasiado, pueden devorar a quien las cultiva. Se rebelan y atacan: muerden, rasguñan, hieren con sus diminutos pero muy afilados dientes y garras.
Cuando empiezan a salirse de control lo único que se puede hacer es contrarrestarlas con otras historias. Sin embargo, cultivar bien unas cuando ya se tiene problemas con otras no es nada fácil. Con un poco de suerte y suficiente habilidad se pude lograr que se apacigüen mutuamente. Entonces se amanzan, incluso hay quien dice que al replegarse se quedan dormidas, como gatitos.
Aunque no me consta, lo creo. A veces cuando duermo siento cómo algunas pequeñas historias revolotean a mi alrededor. Se me antoja comerlas [dicen que saben mejor que los marcianitos en lata], pero son muy escurridizas. Un día de estos atraparé una.

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