Las cosas buenas suelen tener el defecto de durar poco. Como mi último noviazgo, por ejemplo. No fuí yo quien cortó la relación esta vez, más bien fue la chica quien termino con ella misma. Intentaré explicarme: Además de ser muy inteligente mi novia era muy audaz. Ciertos rasgos de su naturaleza la impulsaban a hacer cosas, digamos... peligrosas.
No se podía sustraer a ese impulso natural en los de su especie que los hace perseguir automóviles. Ella se divertía estúpidamente durante horas. Era algo que yo no entendía. Trató de convencerme de imitarla, e incluso llegué a intentarlo, pero la verdad me dio pavor correr tan cerca de los carros, además de que me mareaba a horrores.
Yo estaba con ella ayer por la tarde, cuando de pronto salió corriendo tras de uno de esos autos, mostrándome su estupenda velocidad. Le encantaba ver las reacciones de los niños abordo. Por eso se distrajo con un niñito que la señalaba riendo, mientras ella corría y sacaba su lengua, completamente feliz. No se fijó cuando se detuvo que estaba en un crucero, los autos venían a toda velicidad, y uno de esos microbuses atascados de gente la atropelló. Solo alcancé a oír su breve pero agudo grito canino, un "Aayyy" escalofriante.
No quise ver, no tenía caso ir al encuentro de una imagen que seguramente poblaría mis pesadillas durante semanas. Procuraré sacudirme cierta sensación de tristeza, por lo pronto tengo una certidumbre: No más perras para mí.
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Estimado gato gris: Deseo expresarte mis muy sinceras felicitaciones, has captado mi atención en por lo menos dos de los varios relatos que publicaste en tu blog (cosa harto difícil, pues soy una persona bastante dispersa), espero que sigas publicando y también tener tiempo para checar tu blog. Cuídate mucho, saludos.
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