viernes, 27 de febrero de 2009

Dieta perfecta

Es curioso que esto pasara cuando vivía con un periodista. Me gustaba estar cerca de él porque de pronto empezaba a leer en voz muy baja, de modo que si ponía atención podía escucharlo. Entonces me daba una caricia no empalagosa, sino sincera.
Su hija tenía unos 16 ó 17 años, era una chica frívola exageradamente preocupada por su figura. Empezó por hacer mucho ejercicio, pasó de ser casi carnívora a vegetariana, y después se volvió fruguívora. Finalmente optó por ser ovnívora; la dieta de marcianos en lata le sentó muy bien. El humor le cambió, se puso linda y hasta resultó ser sumamente inteligente.
La consistencia de los marcianos en lata se parece a la de los chongos zamoranos, pero son menos dulces, no empalagan. El color verde brillante, característico de su piel, se torna marrón cuando están en conserva. Aunque su aspecto no es agradable, tienen un alto valor nutricional, y son muy sabrosos. Sobre todo si después se fríen un poco, quedan exquisitamente crujientes.
Ignoro dónde los obtenía, pero ahora los extraño. Daría cualquier cosa por volver a comer de esos deliciosos marcianitos.

Respuesta a Chimichanga

Me gusta tu nombre, es más bien... exótico. Creo válido cuestionar el mío, y no está mal tu intuición, la verdad he tenido nombres ridículos. Hay un laaargo y vergonzoso etcétera mi lista de nombres, pero no me identifico con ellos. Cuando era pequeño creían que era hembra y me pusieron Niza. Me han llamado Pelusa, Lince, Igor, Chess, Cosita linda, Bigotes, Mr. Miau... El más original que recuerdo es Rolando Mota Pacheco. A veces el nombre de un gato puede ser el más duro golpe contra su vanidad.
Llegué a tener serios problemas con eso de la identidad, pero lo resolví fortaleciendo mi ego al grado en que no necesito nombre para saber quién soy. A mí mismo me llamo simplemente Yo, mis amigos callejeros me llaman , y las nenas me dicen Guapo. Claro que, para poder tener un blog, uno debe llamarse de algún modo. A efectos de identificación en el cyberespacio he puesto una combinación de letras (MRL) que nada significa, aunque me gusta cómo se ven juntas.
Creo haber sido franco al decir que soy un gato, no me parece que haga falta más definición que esa. De todas formas, espero haber respondido a tu pregunta. En cambio, Chimichanga, yo no tengo idea de qué rayos eres: hombre o mujer; demonio, gato o quimera.
De cualquier modo, gracias por escribirme, espero vuelvas pronto.
Saludos.
________________
Esta es una respuesta al amable comentario que dejó Chimichanga en la entrada anterior.

martes, 24 de febrero de 2009

Suicidio involuntario

Le dije que tuviera cuidado con los lugares que escogía para comer, se lo advertí varias veces. Le mostré sitios muy buenos, aunque siempre tenía que cuidarse de los gatos. Pero no me hizo caso. Ahora trato de entenderlo, de comprender que, como venía de otro planeta, la comida de aquí no le gustaba y por eso comía cosas extrañas.
Su olfato distorsionado la conducía a los más insospechados rincones. Así se topó con la bolsa de basura de un adicto, quién sabe qué comió, pero después se puso a bailar como loca, y se trepó a los cables de teléfono. Todos los gatos estábamos asombrados, viendo su danza frenética en las alturas. Seguro chillaba algo incomprensible en su lengua espacial. Hasta entonces no había pasado nada grave, incluso estaba construyendo una buena anécdota.
Pero tuvo que pisar un cable de alta tensión.
Se oyó un golpe seco cuando mi amiga rata cayó al suelo, fulminada. Los demás gatos se pelearon sus restos, hasta que no quedó nada de ella. Lo que sea que hubiera comido los intoxicó también, varios han muerto atropellados, o en las fauces de los perros. Todavía andan algunos con una desorientación tremenda.
Me siento culpable porque, a como me cuentan que estuvieron los efectos secundarios, casi me hubiera gustado comer de mi amiga rata.

lunes, 23 de febrero de 2009

Mi novia era una perra...

Las cosas buenas suelen tener el defecto de durar poco. Como mi último noviazgo, por ejemplo. No fuí yo quien cortó la relación esta vez, más bien fue la chica quien termino con ella misma. Intentaré explicarme: Además de ser muy inteligente mi novia era muy audaz. Ciertos rasgos de su naturaleza la impulsaban a hacer cosas, digamos... peligrosas.
No se podía sustraer a ese impulso natural en los de su especie que los hace perseguir automóviles. Ella se divertía estúpidamente durante horas. Era algo que yo no entendía. Trató de convencerme de imitarla, e incluso llegué a intentarlo, pero la verdad me dio pavor correr tan cerca de los carros, además de que me mareaba a horrores.
Yo estaba con ella ayer por la tarde, cuando de pronto salió corriendo tras de uno de esos autos, mostrándome su estupenda velocidad. Le encantaba ver las reacciones de los niños abordo. Por eso se distrajo con un niñito que la señalaba riendo, mientras ella corría y sacaba su lengua, completamente feliz. No se fijó cuando se detuvo que estaba en un crucero, los autos venían a toda velicidad, y uno de esos microbuses atascados de gente la atropelló. Solo alcancé a oír su breve pero agudo grito canino, un "Aayyy" escalofriante.
No quise ver, no tenía caso ir al encuentro de una imagen que seguramente poblaría mis pesadillas durante semanas. Procuraré sacudirme cierta sensación de tristeza, por lo pronto tengo una certidumbre: No más perras para mí.

sábado, 21 de febrero de 2009

Elegía a mí

Un par de ejemplos de mala poesía que he inspirado. Pido disculpas si de casualidad los autores al pasar por aquí se sientieran ofendidos y exhibidos. No acepto reclamos de derechos de autor, yo los inspiré y por lo tanto me pertenecen.

"Su piel morena,
su rostro serio,
sus ojos guardan eléctricos destellos.

Mi pequeño aristócrata
de refinados modales
y arranques soberbios,
Mi príncipe de esbelta figura
y rostro perfecto;
es terciopelo y metal,
plácida nube
e impetuoso trueno."


"Me gustaría amarte como se aman los gatos.
Es un amor intenso, salvaje, tierno,
incansable, libre, eterno.
Es triste e inocente, como el llanto de un niño.
Oscuro y profundo como la noche.
Aunque yo para mí soy suficiente,
quiero quererte como se quieren los gatos,
quiero mirarte durante un buen rato,
besarte, rasguñarte, dejarte y volver a tu lado.
Jugar eternamente a que nos amamos."

Estoy consciente de que no son la gran cosa, pero son suficientes para estimular mi vanidad. Además me resultan curiosos. El primero porque no entiendo esa extraña fijación que mucha gente tiene para con nosotros los gatos, el segundo porque hace evidente que no tienen la más mínima idea de cómo son nuestras relaciones amorosas.
Ja ja, es igual de desconcertante y tierno que recibir cartitas de una admiradora secreta, aunque también es igual de ridículo.

Gatito +_+

Los gatos vivimos en la eterna juventud de nuestras siete vidas. De pequeños podemos ser tiernos, pero después la noche nos llama a gritos a vivir con locura. Fiestas, relaciones no formales, peleas... El caso es que nunca estamos listos para ser padres.
La vida en la calle es ruda. Hay que cuidarse de los perros, de los gatos que buscan pelea, luego no hay que comer, y hasta las gatitas hay que disputarse. Entonces, ¿quién va a querer tener hijos?
Las que a veces quieren (y cuando no, ni modo) son las gatas, que tienen que buscar dónde tenerlos. A veces se meten en casas de donde las echan a patadas, otras tienen mejor suerte. También puede ser que no les importe y dejen que los perros se coman a sus hijos en los basureros. No falta el gato cabrón que los mata nada más porque ella prefirió a otro.
Así las cosas, no es extraño el caso de Florecita (ja ja, sí, Florecita). Ella creció hasta que un día se puso linda, y primero salía con uno, pero luego lo cambió por otro. Yo no entré a la competencia porque no me gustan las rubias. Ella después tuvo sus gatitos, y el galán la dejó porque no tenía tiempo para él.
Entonces el otro volvió. Como ella lo rechazó a causa de sus hijos, él los mató a todos. No salió ileso, porque Florecita los defendió tanto como pudo. Pero al ver los pedazos de sus gatitos regados por todas partes, se suicidó. (Fue directo a la casa del rottweiler del vecino)
Eso sucedió hace un par de semanas, y el que mató a los gatitos es mi amigo. Ahora ya sale, porque estaba muy herido luego de la pelea. Está muy débil también, porque desde entonces apenas ha comido. Me siento tan mal por él, que lo voy a invitar a comer a una zona de lujo. Lo que él no sabe es que la comida está envenenada. Bon appetit!!

viernes, 20 de febrero de 2009

Poeta reprimido

Hay algo a lo que llamo Ley de la compensación. Según ella el universo tiende al equilibrio, y una de sus consecuencias es, por ejemplo, que una gran virtud se compensa con un gran defecto. Tiene infinidad de aplicaciones, pero es útil al momento de explicar porqué me gusta convivir con cierto tipo de escritores.
Me gustan los poetas mediocres, los auténticos poetas mediocres, quiero decir. Abunda la gente que escribe tonterías sobre cualquier cosa, más por vanidad que porque realmente tengan algo qué decir. Esos no me agradan. Los que yo busco son aquéllos cuya sensibilidad rebasa su capacidad para escribir, que nunca tienen papel a mano en el momento preciso, que no pueden traducir en palabras lo que ven, lo que sienten.
Como no son buenos escritores tienen muchas otras cualidades. Suelen ser buenos con los gatos, por ejemplo. Un verdadero mediocre no es pretencioso porque sabe que lo que escribe no vale la pena. Sin embargo sigue escribiendo. Hay algo encantador en todo eso, o al menos a mí me entretiene bastante. A veces se me quedan viendo, parecen preguntarme cómo conviene seguir la estrofa. Siento ternura (que no lástima) por ellos, que sin darse por vencidos me acarician.
Recuerdo a uno especialmente curioso. No era oficialmente un poeta, puesto que no escribía. Era un burócrata de vida rutinaria y gris, que se tomaba demasiado en serio su labor. Incluso solía burlarse de quienes eran muy imaginativos, y reprimía todo lo que no fuera estrictamente formal en él. Pero a solas no podía contenerse.
De su boca salían canciones para niños mientras se bañaba. Hacía gestos cómicos frente al espejo, y cuando me hablaba de cómo le había ido en el día, no podía evitar expresarse líricamente de la joven secretaria que le gustaba. Me describía su piel, su cabello, su sonrisa y su voz; lo hacía no sólo con emoción, sino hasta con cierta estética contenida. Mientras dormía, era frecuente que estos lapsus de poesía fluyeran.
Me gustaba mucho vivir con él, pero tuve que abandonarlo porque el imbécil no sólo se casó, sino que la tipa llevó consigo a su perro. Supe que poco tiempo después se divorciaron, y ella le quitó la casa.

jueves, 19 de febrero de 2009

Instantánea perdida

Sé de un niño maravilloso, pequeño cerebro creador de universos paralelos, a quien yo solía oír cantar y jugar en la lluvia. Ahora ya no es el dios en miniatura que era, se limita a ser un inventor de objetos imaginarios.
Tiene una duda; una respuesta le falta a una pregunta hecha a medio sueño, hace tanto tiempo que no la recuerda. Unas veces es feliz en esa tibia ignorancia, otras siente frío debajo de la piel.
Yo sé cuál es esa respuesta que ya no busca.
Cuando pienso en ello, puedo ver desde sus ojos una figura grande y alta que se agacha hacia él. Alcanzo a oír en un susurro: "Me gustaría abrazarte tan fuerte como te quiero, pero de hacerlo me quedaría tan sólo sosteniendo tus huesos."

miércoles, 18 de febrero de 2009

Ladrón de recuerdos

Ya había dicho antes que soy un ladrón de recuerdos. A veces, estando en una casa donde hay niños, observo cosas de las cuales ellos después no se acordarán. Suelo huir no sólo porque la gente me aburre, sino que me involucro tanto en sus vidas que incluso llego a soñar que soy humano. Entonces aparecen imágenes de ellos, de lo que hacen, piensan o quieren, y eso me fatiga. Puede ser interesante, pero a la larga me harta. No necesito pensar ni actuar como un humano. ¡Soy un gato, carajo!
Sin embargo, me niego a denominar como ficticias las otras realidades que me abarcan, prefiero pensar que son alternas. ¿Alguna vez te has preguntado cómo diablos se llenan siete vidas? Muchos prefieren suicidarse, yo me robo (aunque involuntariamente) los recuerdos de las personas. Los modifico y recreo. Por eso a veces me da por escribir como una persona, y me salen rarezas debido a que mi cerebro gatuno procesa mal ciertas imágenes, las repasa, reconstruye y reinventa en multitud de variantes que se pueden expandir al infinito.
Entonces duermo mucho, busco estar a solas porque los mundos que mi mente construye me orillan a la vida interior; enfrentar las realidades exteriores se vuelve imposible, además de que suelen ser aburridas.
Todo esto es no es más que una advertencia, para que no creas que te equivocaste de blog si de pronto lees algo que no parece mío. Aunque no soy yo, son los otros que me habitan.

viernes, 13 de febrero de 2009

Mi novia es una perra

A veces dudo de mi identidad de gato. Charlar con una rata ya era suficiente, pero ahora resulta que salgo con una perra. No la estoy nombrando de manera peyorativa, ella es una perra, una pequeña canina de escasos 14 ó 15 meses, muy simpática. Como muchos (incluyendo perros, gatos, y personas) es mestiza, sin una raza predominante definida. Su color depende del tipo de basura en que juega, y es terriblemente tierna, curiosa, e imaginativa.
Ya sé que hay muchas gatitas con esas características, pero ninguna prescinde de ciertos arranques de indolencia y vanidad insufribles, propios de la naturaleza gatuna. En cambio ella es diferente justamente porque no es un gato, porque no piensa primero en ella y luego en mí.
Mi posición es muy cómoda, claro. Ella colma mi tiempo con sus juegos y bromas, pone toda su atención en mí (¡Oh gloriosa vanidad satisfecha!). Me aburriría pronto de ella, como de las gatitas con las que he andado, si no fuera porque su afilada imaginación e interés acosan tanto mi intelecto que me obligan a mantenerme alerta para seguirle el juego. Puede ser cruel al burlarse de mí si no estoy a su altura, aunque no lo hace de manera intencional, si no debido a su sinceridad rayana en la inocencia.
Nuestra relación es clandestina ¿Dónde quedaría mi reputación si alguien me viera? Ella, tan joven e idealista, dice que no le importa que ladren los perros, tiene fuerza para enfrentarlo todo, porque me quiere (Me encanta que lo diga así, tomándolo taaan en serio). Pero yo sé que cuando las cosas se salgan de control esto terminará. Casi siento un nudo la garganta solo de pensarlo...
Lo bueno de mí es que tengo claro lo que quiero y lo que no. La verdad la perrita me importa mucho y...
¿Huele a pizza?
¡Ahorita vuelvo!

martes, 10 de febrero de 2009

La rata espacial

No me gusta comer ratas, suelo alimentarme en los lugares donde los restaurantes tiran la comida que les sobra (tengo varios bien ubicados, por si les interesa), pero no había pensado que podía trabar amistad con ellas. Hasta ayer que conocí una rata espacial precisamente mientras buscaba qué comer.
Me di cuenta de que era diferente porque no me tenía miedo (aunque no me las como, las ratas suelen huir en cuanto me ven), incluso me preguntó a donde podía alojarse por la noche. Le indiqué un buen lugar, y después le pregunté de dónde venía, porque además se veía desorientada. Entonces me contó su historia.
Vivía en una nave espacial, hasta que unos piratas los atacaron. Desde antes había inquietud abordo, pues el capitán sabía que cruzaban por una ruta peligrosa. Una noche mi amiga se despertó y vio a través de su pequeña ventana circular la panza de un barco. En ese momento empezó el ataque. Sin ser vista se metió en la nave enemiga, tripulada por seres idénticos a los humanos que se dedicaban a saquear las naves espaciales que encontraran a su paso. El barco-nave era muy grande, e iba cargado con mercancía muy similar a los productos que dicen made in china. Mi amiga rata se ocultó ahí hasta que la nave aterrizó en este planeta, no hace mucho tiempo, lo cual explica por qué estaba tan desorientada.
No terminó de darme detalles, porque se acercaron más gatos, que creían que iba a compartirles de mi presa. Le expliqué rápidamente a la rata que los animales como yo suelen devorar los que son como ella, y que debía huir de inmediato. Esto se lo dije mientras fingía cazarla, pues si bien es cierto que no como ratas, mi prestigio entre los otros gatos se derrumbaría si supieran que además converso con ellas. A pesar de eso le pedí a mi amiga que nos volviéramos a ver, su aventura me ha dejado con muchas inquietudes.
¿Por casualidad los tripulantes de la nave pirata tenían los ojos rasgados? ¿De dónde viene la mercancía que se roban en el espacio? En fin, me surgen muchas más interrogantes e ideas descabelladas. Ojalá que los gatos del barrio no me impidan volver a verla.

domingo, 8 de febrero de 2009

Hola, soy un gato gris.

¿Se te escapó tu gato y nunca volvió? Si era gris te tengo noticias: puede que sea yo. Acabo de iniciar este blog para que tengas noticias de mí, si es que aún me extrañas. Deseo que sepas qué fue de mí antes y después de salir de casa. He vivido con muchas personas, también he estado solo, como ahora.
Tengo mala memoria así que, si te acuerdas de algo mejor que yo, escríbeme y cuéntalo. Puede ser al revés, que yo recuerde algo que tú no... de tu infancia por ejemplo. A que no sabías que soy un ladrón de memorias infantiles, las olfateo con mi húmeda nariz.
No deseo extenderme mucho en esta presentación, sólo es el blog de un gato. Voy a vagabundear, si me acuerdo regreso después a escribir otra cosa.