martes, 12 de octubre de 2010

Yo no soy quién, sólo soy yo.

No soy quién para decirte qué, ni cómo, ni cuándo, ni por qué. Lo que digo, lo digo sólo para mí. Lo que escribo es sólo válido para este gato que soy. No tengo por qué dar explicaciones.
No me interesa desarrollar "ideas profundas". Todas las elucubraciones sobre la "libertad" y la "justicia" me dan flojera. No tengo por qué crear entelequias discursiva: Sé que soy libre cuando deambulo por las calles en la noche, y reconozco en ella a los que son libres como yo. Sé que hay justicia cuando tengo qué comer, cuando nadie interrumpe mis cotidianas y egoístas formas de ser el que soy.
Todo lo que sé sobre la belleza y el dolor lo aprendí viviendo. Lo demás es puro contagio, lecturas con las que tropecé en mi camino. Algunas las hice cuando estaba muy aburrido, otras me las hicieron quienes se creyeron mis dueños, cuando en voz alta cedían a la no por tierna, menos ridícula, tentación de leerme.
No soy nadie, sólo un gato que a veces huye de sí mismo, que a veces se asusta de su voz. El hecho de sufrir intoxicación humana no me autoriza más que a cualquier otro animal para decir nada sobre lo que sea, y encima pretender que tengo razón.

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miaus