miércoles, 20 de octubre de 2010

La hoja

Termina el invierno. La hoja latente en el árbol tiene miedo de crecer. Pero crece. Poco a poco el brote se extiende en tierno color verde.
La hoja teme madurar, pero lo hace. Delinea su forma justa; el color exacto, la silueta ideal. Cumple su labor, callada y mansamente, junto con otras muchas hojas que son como ella. Le gusta ser acariciada por el sol, las cosquillas que le causa producen en su interior el alimento que compartirá con todos en el árbol.
Se acerca el otoño. La hoja tiene miedo de morir. Pese a su miedo, envejece. El paso del tiempo hace surgir en su piel colores amarillos y rojos. Un día se despierta y ya no es más verde. Toda ella es de distintos tonos de ocre.
La hoja, cansada, languidece colgada de una rama en el árbol. Es la misma donde ha estado siempre. Ya ni el sol es capaz de alegrarla. Una tarde, mietras duerme, se desprende sin darse cuenta. Mientras cae, el arrullo del viento la hace bailar. Al acercarse al suelo, su lecho de muerte, recuerda las aves de vivos colores que vio pasar junto a ella.
- Ahora yo también puedo volar - piensa.
El viento la arrastra todavía un poco más. Cuando toca el suelo, finalmente, ya no tiene miedo.

1 comentario:

  1. uy... creo que ya has escrito mucho...jajajaja...

    Espero ir hacerme un espacio para leerte más, ya me aventé unos y rifan...jajaja.... me gusta el de La Hoja... (algo triste)

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miaus