jueves, 28 de enero de 2010

Las voces

Tengo cierta debilidad por los barrios sórdidos. Me gusta encontrar algunos poetas mediocres y alcohólicos por ahí. Las prostitutas pueden ser encantadoras desde lejos. Sin embargo no volveré a dormir en este maldito callejón. No me molesta que sea sucio, hay suficiente comida para mí. El problema es que los vecinos no dejan dormir nada.
Algunos se molestan cuando nosotros, los felinos, armamos garulla con nuestros rituales amorosos, pero si tuvieran el oído tan agudo como nosotros y tuviesen que soportar oírse entre ustedes a través de las paredes ya se habrían cortado unos a otros las cuerdas vocales con todo y garganta.
Te descubrí, descubrí lo que tenías escondido

No, ya no, el corazón se me va a salir del pecho

Así, eso es. Juega conmigo. Juega que para eso estoy.

No son muchas las personas que se puedan tocar con las palabras

Te gusta el dolor ¿eh?

- Así, como te gustaría morir: Cogiendo
- No, morir no
- Bueno, vivir. Vivir cogiendo
- Sí...

- ¿Tú crees?
- Sí, claro

Te transformas, vuelas hacia mí...

Para que aprendas

¡Qué cogida, Beatriz! ¡Qué cogida!

No tuve que preguntártelo, me di cuenta

Ahh, me vas a matar

No se imaginen los cuerpos jadeantes y sudados, sólo pónganse en mi lugar. Si pudieran escuchar todo eso tan claramente como yo desearían poder hacer algo, tal vez lanzar un zapato, para que esos escandalosos los dejaran dormir.

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