sábado, 9 de enero de 2010

Los espejos no me gustan

Por una sencilla razón: No soporto ver a nadie tan perfecto como yo.
Narciso fue dichoso; pudo caerse enamorado en su reflejo. En cambio a mí no me queda sino declararle la guerra al mío.
En el fondo me asusta el combate. Mi contrincante es, aparentemente, tan bueno (y tan malo) como yo.
[Al menos sé cuáles son sus debilidades; más vale que él no conozca las mías]

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