Rufino no entendía la obsesión de Georgina por las palabras, hasta que un martes, muy tarde en la noche, la descubrió apenas a tiempo para impedir que se suicidara: la muy infeliz estaba atragantándose con las más crueles palabras del diccionario.
Soy un gato. Sí, el guapo de rayas grises que posa en la foto. Puse fecha de nacimiento porque se me ocurrió, pero no recuerdo cuándo nací.
Vivo en todas y ninguna parte, duermo casi siempre en azoteas, aunque a veces estoy en casas que elijo hurgando en la basura de sus propietarios. Mis favoritos son poetas mediocres, periodistas sintéticos, dibujantes e intelectuales pretenciosos. Me divierto haciéndoles creer que son mis dueños. Cuando me aburro, me voy.
Soy egoísta, paso gran parte del tiempo arreglándome el pelaje. No soy nada, sólo tengo vanidad.
Quiero contar cosas que a quienes me adoptaron les gustaría leer. Este blog lo hago pensando en ellos, porque no volveré a sus casas.
Contaré anécdotas, recuperaré conversaciones, y tal vez meta un poco de ficción en todo esto.
Pero nada más un poco. Yo soy un gato honesto.
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