lunes, 21 de noviembre de 2011

Vamos a hacer un trato

Sí, tus dedos son hábiles para enredarle caricias a mi pelaje, pero no aguantaré el hambre todos los días hasta que me des de comer. Me gusta oírte canturrear cuando te bañas, pero me rehusaré a acudir si me llamas por un nombre ridículo.
Soy libre, ámame así.
Deja abierta la ventana. Si escapo por varios días, ten fe: tal vez regrese.
Los juguetes son un buen incentivo, las latas de atún, también.
El jazz nocturno. El vino en la cava.
La gracia está en que no me atosigues, no me exijas. No me esperes en las noches siquiera...
Mejor sal a cazar historias tú también. Yo sé que lo haces con frecuencia. Así, tal vez regresemos juntos de la juerga y cuando te mire ebrio de piel de mujeres, la camisa embarrada de besos secretos, sabré que vivo contigo porque eres igual a mí, y podré dormir tranquilo, amparado por el compás de los tangos y danzones que marca tu corazón.

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