lunes, 19 de abril de 2010

Bueno, sí. Soy yo

Yo soy el que trepa todos los días la barda trasera de tu casa. Desde ahí te observo. Trato de discernir entre lo que redactas para recibir un salario, y lo que escribes para sentirte libre.
Soy yo la sombra que huye en cuanto me adviertes. Los ojos que te vigilan cuando estás dormido. El fantasma que mueve objetos en tu patio.
No busco nada en concreto: no quiero robarte comida, ni objetos [no fue mi intención tirar y ensuciar tu ropa recién lavada]. Lo que quiero es simplemente provocarte. Penetrar en la esfera de tu cotidianeidad, aunque sea como mera perturbación.
En el fondo, sí, lo que quiero es que pienses en mí. Aunque no te des cuenta. Mi mayor conquista sería colarme en tus sueños. Pero no seré tan ambicioso esta vez.
Me basta con darte algunos sustos, cuando llegas tarde a tu casa, y descubres mi mirada relampagueando sobre ti, en medio de la noche cerrada. Me satisface saber que cuando miras a la sombra del árbol que da a tu ventana, intuyes que estoy ahí.

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