lunes, 23 de abril de 2012

Una voz menos

Ya no eres mi interlocutora favorita. ¿Por qué te esfumaste de mis sueños? Hice esa cortina con cáscaras de cítricos porque sé que te gusta su aroma. ¿Fue que te faltó aire, que te desesperó el techo azul, que no pudiste decidir de qué color pintar las paredes del recinto que solo a ti dediqué en mi mente?
Quisiera odiar los cuadros azul mar que me regalaste, pero no puedo. Desearía reventar las macetas con gardenias que cuelgan de las ventanas, pero no me atrevo a tocarlas. ¿Para qué? Sé que me arrodillaría a llorar sobre la tierra de la que arrancaste tu aroma, y que ese gesto, dramático cuan inútil, no te hará volver.
Ni creas que te extraño. Tu voz nunca hizo que este mundo fuera (ni un poquito) más fácil. Es solo que me distraía de mis absurdos monólogos, imposibles de entender hasta para mí. Quizá en el fondo esté bien que te vayas: eso me gano por quererte sin haberte domesticado primero.
Lo que más me decepcionó de ti es que no fueras tan temeraria como pensé. Qué triste darme cuenta que no era lava lo que corría por tus venas, ver que preferías quedarte en la comodidad del espacio que para ti inventé en mi mente, en vez de brincar fuera de mí para lanzarte a la aventura conmigo.
¿Tuviste miedo de saltar de azotea en azotea conmigo? Y yo que esperaba que me enseñaras a volar. Por no quedar en evidencia preferiste suicidarte. Ahora, en mi silencio, no tengo ganas de inventar otra versión de ti para enamorarme, pero tampoco deseo escucharme más.

1 comentario:

  1. Extraña coincidencia, yo me he suicidado, al dejar libre un camino al cual quizás no pertenecí. Pero créeme la decisión me ha costado un dolor inmenso, que día tras día no aminora.

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miaus