viernes, 9 de marzo de 2012

Intercambio

Un día seré yo quien se estrelle contra el parabrisas. Y me sentirás. Verás mis sesos color frambuesa y sentirás culpa por no asustarte, por esa extraña impresión de que incluso de allí me conocieras. Pero estarás engañándote. Porque igual que me pasa a mí contigo, la imagen que tienes de mí no es real. Está un poco dislocada y tu subjetividad interpreta los detalles borrosos. Te mientes.
Como cuando bebes mucho alcohol y sabes que no te acuerdas de las cosas tal como fueron, sino a través del filtro de tu embriaguez. Si recuerdas cosas que preferirías olvidar, haces como si nunca hubieran sido. Prefieres creer en lo que no fue más que en tu cabeza. Es la forma más linda de mentirse.
Gracias a este noble rasgo que compartimos,  ahora, en este preciso momento, no sabemos quién de los dos está embarrado en el parabrisas. A quién le son familiares los restos de cerebro dispersos como mermelada.
¿Acaso soy yo? ¿Son éstas mis últimas ideas sueltas y las invento justo antes del viaje final como en un intento de postergarlo...?

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