domingo, 29 de agosto de 2010

Pero tú no.

Tú eres otro, ajeno a esas pesadillas. A ti debo alejarte del agujero negro que guardo en el pecho, que sólo atrae sueños de muerte, de caos, de perfidia.
Estás ahí, colgado en la pared blanca del cuarto donde guardo bajo llave las cosas buenas que tengo. Eres los limones amarillos que crecen en el árbol del jardín de mi refugio.
Todo lo demás no es cierto. A parte de ti, lo único que me resta de verdad son las patas que tengo para echarme a andar, mis garras para defenderme y luchar, y ese jardín en donde está esa mecedora de de mimbre a donde volveré el día que me canse de errar.
El problema es que todavía no me canso...

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