A los gatos nos encanta urdir planes. Planes perfectos, secretos, que no pueden fallar. Planes tan meticulosamente diseñados, con fines tan ocultos y perversos que ni siquiera nosotros podemos conocerlos: sólo los ejecutamos.
Yo no sé cómo, pero funcionan. Parece que es al azar, pero no. Todo pasa cuando tiene que pasar.
A veces me da miedo, pero es más lo que me emocionan. Me encanta sentir que mientras camino tranquilamente, con total naturalidad e indiferencia, voy ejecutando un plan perfecto, cuyo desarrollo y efectos no son conocidos por nadie. Ni siquiera por mí.
Los errores de siempre; los aciertos de siempre. En cada plan se cuelan miles de posibilidades de éxito o fracaso. Pero nada está perdido y todo va conforme a lo planeado mientras se logre el objetivo supremo:
Vivir
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miaus