martes, 16 de marzo de 2010

Entre paredes de porcelana

La habitación es redonda y blanca, muy pequeña. Restriego mi piel contra la suavidad de las paredes, construidas en porcelana pulida, perfecta, intacta. Este cuarto no es muy alto, cerrado por todas partes, menos por el techo. Puedo asomarme a la orilla, un breve espacio me separa del borde.
Soy distinto. Líquido, caliente y oscuro. Mi consistencia es particular, no como la del agua, tan simple y escurridiza. No, yo tengo un cuerpo más espeso, en mi interior puedo sentir esencias casi místicas, destellos de sol que quedaron atrapados en la tierra de la que nací.
Desde esta habitación, diseñada sólo para mí, puedo asomarme para ver tus labios. Veo con detalle como los mojas, mi presencia desata tu deseo. Inundo tu pecho con mi aroma, tus ojos se emlebesan con mi cuerpo.
Eres tú quien inicia el encuentro. En nuestro ritual, tan íntimo, usas un instrumento. Alargado, de metal pulido y suave, lo sujetas entre tus dedos. Introduces un extremo cóncavo en mí. El contraste es un poco brusco, está demasiado frío, pero me acostumbro. Con paciencia me acaricias con él, remueves mi ser, hasta las más ínfimas partículas del fondo. Me gusta; me haces bailar al ritmo que deseas. Miras elevarse el vapor que desprendo, las luces de la alegría que atraviesan mi piel oscura.
No me añades nada, no cambias mi color, más oscuro que el de la tierra, ni me arrojas polvos que endulcen mi alma. Amargo soy, lo sabes; pero sincero y puro como no encontrarás a nadie.
Gigante, tomas entre tus manos este recinto circular que habito. Me inclinas hacia ti. Siento tu aliento sobre mí, sé que me hueles. Te gusto, me gustas.
Tómame ahora. Bébeme con paciencia, despacio, suave y dulcemente. Disfrútame como yo te disfruto a ti. Entro finalmente en tu cuerpo, por esta puerta que se abre para recibirme: suave, cálida, húmeda.
Cumplo en ti mi razón de ser, al deslizarme por tu interior, desaparezco.

1 comentario:

  1. Hola hola...
    Vaya qué buena dscripción de una bebida tan cotidiana -para muchos- como lo es el café!!Delicioso cuando se te antoja, cuando lo bebes y sobre todo lo disfrutas. Hablo del bueno, no del que parece agua de calcetín...
    Creo que tú vienes de una cultura del café muy diferente a la de los chilangos. Sabes más de ese arte que muchos de los de acá, eso hace interesante tu texto y la descripción muy buena...

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miaus