jueves, 29 de octubre de 2009

Pájaro rojo

¿Por qué no me dijiste antes de que te matara que tu corazón se transformaría en un pájaro? Al verlo lo deseé tanto como a ti... y tanto como tú me hizo daño.
Fui ingenuo. Sólo vi un pájaro rojo. Rojo escarlata, rubí. Rojo brillante, como el fuego.
Eso, fuego. Era fuego como el sol. Fuego como el infierno. [El infierno debe ser tan endemoniadamente rojo y luminoso como ese pájaro.]
Un impulso ineludible, inconmensurable me cegó al verlo. Quise tocarlo, tenerlo, comerlo. Tras perseguirlo bastante creí hacerlo mío, pero pronto supe que cometí un error: me destrozó la garganta, quemaba como si hubiera tragado carbón al rojo vivo. Grité, lloré, me revolqué de dolor. Tuve que abrirme el pecho con las garras, ya no soportaba esa intensidad. Me estaba desgarrando por dentro.
Ahí estaba, intacto. Tan rojo, tan vivo. Inmortal. En cuanto se vio libre alzó el vuelo, pronto lo perdí de vista.
Si el corazón es dulce y generoso, al morir se convierte en manzana. Se puede comer y asimilar sin mayor problema. Pero si sus pasiones eran muy intensas se vuelve un pájaro, entonces no hay modo de atraparlo: es completamente libre, eterno...

lunes, 26 de octubre de 2009

Extraña sensación

Ayer soñé que era hombre y acariciaba un gato. Podía sentir con gran claridad su pelaje suave, su piel elástica, y los músculos debajo de ella; firmes pero suaves. Mi mano se deslizaba por las curvas de su lomo, acariciaba los ángulos de su cuerpo. Jugué con él, lo dejé morderme y rasguñarme, pero sólo un poco.
Me vi reflejado en los ojos verdes de ese pequeño prodigio, y aún no sé bien qué decir al respecto. No encuentro adjetivos suficientes para expresarlo, tal vez porque no creo que exista alguno capaz de describirlo.
No se trata solamente del terrible encanto de un gato; es el terrible encanto de un gato descrito por uno que ha soñado con tener una mano humana con la cual acariciarse a sí mismo. La experiencia es... indescriptible.

lunes, 19 de octubre de 2009

Bandeja de aluminio

Escuché a una estudiante de una ingeniería preguntar dónde podía conseguir una bandeja de aluminio que necesitaba para una práctica de laboratorio. Nadie supo decirle.

"¡A qué universitarios tan faltos de ingenio...!" - pensé - "nada más fácil que derribar un ovni"

Pobrecilla, de ser tan lista como yo seguro la chica se titularía en dos años y medio. En fin, nunca me verán colaborar con el desarrollo técnico de este país, básicamente porque no se me da la gana.
De lo que se pierden, ¿verdad?
Sí, yo sé, yo sé...

sábado, 17 de octubre de 2009

Somos libres

Los gatos no tememos a la muerte, porque intuimos que no existe. Aunque a veces, al sentirla de cerca, podemos dudar. Para nosotros morir es lo mismo que renacer, en otro cuerpo y otro espacio, pero, repito, esto no es más que una intuición. Ninguno de nosotros se preocupa mucho por estas cosas; antes bien, nos ocupamos de vivir sin arrepentimientos ni excusas.
A lo que sí le teme todo gato es al dolor, pero eso le sucede a cualquier animal (siempre que no tenga problemas psicológicos, que también los hay). De ahí en fuera somos libres; libres de todo temor, de toda reflexión moralista, de cualquier atadura racional. Ese es el origen de nuestra soberbia: estamos más allá de la filosofía y la incertidumbre, ergo los humanos son seres inferiores, dignos solamente de compasión.
Resulta muy cómico, pues, ver cómo pretenden hacernos objetos de su pertenencia, ser nuestros "dueños". No han entendido que nadie puede dominar a quien es dueño de sí mismo.

miércoles, 14 de octubre de 2009

"Además...

tú eres bien tramposo, ya déjame"

No, contrario a lo que piensan, no me lo dijo mi amante de turno. Lo oí en la tierna voz de una niña de seis años. Para que vean que ese tipo de frases les salen al lado femenino de la especie de forma natural...

jueves, 8 de octubre de 2009

Un cuate me envió estas fotos

Son una especie de crónica de un día en su escuela. Sale en casi todas, y se ve bien pese a tener la piel roja. Es fotogénico, aunque nunca tan guapo como yo.

Al salir del metro...
De camino al salón...
Una discusión sobre la clase...
Hace un comentario que impresiona al profesor...
Aunque es todo un intelectual...
Se da tiempo para bromear con los amigos...
Y amigas...
Su pasatiempo preferido es espiar en el baño de mujeres...
pero no es un pobre fracasado, al contrario...
es un galán, siempre rodeado de bellezas...

viernes, 2 de octubre de 2009

Cielo

Cuando no era no más que un cachorro, ignoraba que el cielo existía. Había oído hablar de él, lo imaginaba, pero al andar por las calles jamás miré su rostro. Vivía tranquilamente sin él.
Un día, no sé por qué, alcé la vista. A partir de entonces el cielo me persigió a todas partes, sin importar a donde fuera.
Aún hoy no he podido quitármelo de encima. A veces lo detesto, otras es mi único consuelo.
Puede sonreír en mi cara, insolente, y quiero aniquilarlo; hacer que me enternezca hasta sentirme ridículo, sobre todo en el crepúsculo, cuando despliega su gama de colores; o provocarme ganas de morir para sumergirme en él, especialmente en ciertas noches sin nubes.
No me dejará jamás. Sé que seguirá aquí, que se meterá definitivamente en mis ojos el día en que los cierre para siempre.

jueves, 1 de octubre de 2009

Censura

Este gato ha sido censurado.
Hasta hace unos días era posible ver una bonita serie de desnudos, pinturas casi todos, en la parte superior derecha de este blog. Tales imágenes estaban alojadas en una cuenta de Flickr que este minino abrió expresamente para ese fin.
Pues resulta que alguien (alguno de esos anónimos cobardes) se quejó del contenido de esa cuenta, por considerarla no apta para todo público. Es decir "No segura" (es ridículo, lo sé). El personal de Flickr revisó y decidió modificar el filtro de seguridad a "Moderado".
Moderada o no, a causa de esa censura ya no se ven más esas imágenes. Lo siento. Tendrán (y tendré) que dejar de sentirse un poquito vouyeristas al pasar por este espacio. Me tragaré mi indignación, y buscaré la manera de subir esas imágenes, aunque sea de otra forma menos llamativa.
No me agradezcan. Más que por ustedes, lo hago por mí.