martes, 4 de septiembre de 2012

Sorpresa naranja

En la fría noche de este barrio, que sufre desde hace años una guerra, llueve. Llueve y el viento aúlla como una maldición un grito que estremece las calles.
Estamos ocultos en una trinchera desde la que podemos ver la choza en la que dormíamos hasta ayer, cuando nos dieron la noticia de que si pernoctábamos de nuevo ahí, nos matarían.
Esperamos que lleguen los que creen que serán nuestros asesinos. ¿Nos arrojarán una granada o van a rafaguear la choza son bajar del coche? Quiero verlos, pero la lluvia emborrona los contornos de las cosas. Hasta la luz del triste quinqué tiembla de frío.
¿O será que quien tiembla soy yo? El cansancio casi me hace sentir cómodo aquí, agazapado en el lodo, pero por más que me acurruco no logro calentar mi cuerpo.
El aullido furioso del viento y la lluvia se acerca, me tapo los oídos para mitigarlo un poco.
Entonces algo me muerde la espalda, volteo y me arde, alcanzo a ver una serpiente amarilla y naranja que se aleja.

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