Supe que volvías por mí cuando escuché tu rugido furioso a mis espaldas. Caminaba en una calle desierta sobre el pavimento mojado. El grito que desgarraba tu garganta me erizó la piel y me eché a correr. Intenté, desesperado, esconderme en los escombros de la fábrica abandonada, pero al brincar algo me impidió colarme por la ventana.
Una enredadera me atrapó. Salía de mi pecho. Caí en la cuenta de que la oscura semilla que me sembraste en la pasada vida pasada germinó al escucharte y ahora me ponía a tu merced. Vaya. De modo que la sensación de algo rompiéndome el pecho al correr no era mi corazón aterrado ante la posibilidad de verte de nuevo.
Pero ya no soy el que fui y no iba a dejar que tu ponzoña me venciera. Me liberé de mis ataduras, aunque tuve que romperlas con mis garras y dientes. Me costó mucho dolor y sangre hacerlo porque al parecer eran como extensiones de mi propia carne, de mis nervios.
Trataba de volver a respirar cuando te escuché de nuevo. Más atroz. Más cerca. Supe en mi cabeza que no me podría esconder de ti porque nunca me ibas a olvidar, pero no podía rendirme. No iba a dejar que me devoraras.
Así que me colé en la fábrica. Entre sus escombros encontré un mecanismo que aún funcionaba. Las pinzas estaban oxidadas, pero el filo de las navajas era suficiente. Logré despellejarme de la cara a la cola sin gritar. Ahora, con los músculos expuestos, me dedico a inventar la piel que me pondré. Aunque tengo prisa porque aparecerás en cualquier momento, debo tomarme el trabajo de imaginar con cuidado sus detalles, porque será la que tenga cuando me despierte.
Si lo logro, no podrás encontrarme. Ya no estaré condenado a ser uno como tú.
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No importa que piel tengas,te encontrare donde estes, llegaste a mi y no podras olvidarme. Si soy la gatita blanca de aquella noche de invierno en que tenías frío y acudiste a mi, más nunca imaginaste que te sería tan difícil deshacerte de mi.
ResponderEliminarAhora pudes ir por el mundo, pero siempre sabre donde encontrarte porque, tu piel puede cambiar, pero tu aroma jamás
¿La gatita muerta bajo la lluvia? Bueno, sí, confieso que me pareciste bella. Pero tengo obsesiones más oscuras que tú. Lamento decepcionarte: no eres el monstruo que me atormenta.
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