domingo, 28 de agosto de 2011

Sueña que eres árbol y creces hacia el cielo

Tengo varios hijos. Uno de ellos se llama como tú. ¿Cómo olvidar la noche en que los hicimos, cobijados bajo el cielo cuajado de estrellas? Por ti subí, de la humedad y el frío, al calor.
Al amanecer corrí cuesta abajo, deseando con furia tener alas. Donde hollé la tierra, crecieron hongos rojos.
No volé, sólo atine a chocar de frente contigo: ojos de tierra mordida de sol, manos de ave que elevan tu cuerpo de arriero. Las cicatrices de las historias que se te pegan como cadillos cuando vas al monte. El peso de los sueños que afirman tu paso.
Vaya golpe. Aún estoy aturdido. En mi cabeza suenan monos aulladores, gritos de guerra. Pero callarán mañana, cuando averigüe quiénes somos.


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