Mucho se ha especulado sobre la forma de ver de los animales domésticos, especialmente perros y gatos. No he tenido la oportunidad de hablar con muchos caninos, debido principalmente a que cuando me encuentro con uno casi siempre trata de asesinarme. En cuanto a los gatos, sé que la mayoría percibe en blanco y negro, aunque algunos especialmente sensibles pueden ver el azul. Sólo los muy inteligentes han aprendido a ver en otras tonalidades.
Por mi parte sucede que cuando estoy de buen humor empiezo a percibir diferente. La luz deja de ser pálida y desabrida; adquiere los matices dorados propios del sol, o plateados azulosos si proviene de la luna. El mundo realmente es diferente para mí cuando estoy contento.
Esto me sucede hoy, lo cual es muy oportuno. Puedo ver las últimas hojas del otoño caer. Además de que disfruto mucho jugar entre ellas, aplastarlas, oírlas crujir, son hermosas. Me embelesa el contraste de sus colores amarillos, ocres, rojizos sobre el pasto intensamente verde.
Tengo pensado ir a ver el atardecer a mi azotea favorita. Es una cita prometedora para mí; el sentido del humor que traigo es muy favorable para admirarla en todo su esplendor.
[Para que fuera perfecta sólo faltas tú]