Creo que el otro día, cuando cerré los ojos debido al placer que me producías al acariciar la sensible piel de mi barriga, te ví por dentro. Y ví que eres rojo.
No, no era el rojo de adentro de mis párpados. Eras tú. Rojo como el vino en el que te mojas los labios. Como el que adquieren algunas hojas en otoño. Rojo intenso, más que el del más violento atardecer.
domingo, 15 de mayo de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
miaus